miércoles, 18 de junio de 2014

¿Qué pasa en Brasil? en las palabras de Pablo Ortellado

El profesor universitario brasileño Pablo Ortellado precisó hoy en su publicación de Facebook el contexto de las protestas sociales brasileñas contra el Mundial de FIFA.

Aquí les va el texto traducido al español:

Cada día que pasa recibimos noticias más graves de la suspensión de los derechos civiles en Brasil. Desde la semana de la apertura de la Copa, casi todas las manifestaciones públicas programadas fueron terminadas preventivamente, o sea, fueron impedidas por fuerza policial de concentrarse, en una flagrante violación de la Constitución. Cientos de activistas en todo el territorio nacional están siendo regularmente visitados, de manera intimidatoria por la policía, que también los está intimando a deponer coercitivamente durante fechas de manifestación con la intención de privarlos de un derecho que debería ser sagrado en cualquier democracia. Hasta la Policía Federal está haciendo uso de la infame Ley de Seguridad Nacional, uno de los horribles resquicios de la dictadura militar. Todo eso para que un torneo de fútbol ocurra "sin trastornos".

Todos los niveles de gobierno, los medios de comunicación de masa, el judiciario y la izquierda aliada al gobierno federal se están callando contra las gravísimas violaciones a los derechos civiles.

Oficialmente, 50 mil familias fueron removidas de sus residencias para que la Copa ocurriera por aquí -- estamos hablando de 200 mil personas, un entre cada mil brasileños. La mayor parte diciendo que fue enviada para lejos -- algunos no fueron indemnizados y la mayoría contesta el valor de la indemnización. Por otro lado, FIFA y sus compañeros comerciales recibieron más de un billón de reales de exención tributaria, valor que permitiría subir en 20 mil reales la indemnización de cada una de las familias "oficialmente" removidas.

El movimiento que protesta contra la Copa hizo una porción de errores estratégicos y no logró organizar su insatisfacción. Pero, nada, absolutamente nada justifica qué está ocurriendo y la connivencia de nuestras instituciones.

Un pequeño grupo de voces disidentes que incluí activistas, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos, sigue aislado y hablando para las paredes mientras la derecha, la más mayor parte de la izquierda y casi todas las instituciones democráticas fingen que nada acontece. La única cosa que ofrece consuelo es que la imprenta internacional, en contrario de la brasileña, está mínimamente haciendo su papel y tiene producido buenos análisis críticas sobre FIFA (después de todo, que sea dicha la verdad, la sumisión del Brasil a FIFA nada tiene de excepcional). Si salimos de ese episodio con un crecimiento de la conciencia crítica del papel de ese monstruo privado transnacional, tal vez los sacrificios no tengan sido en vano. Pero tal vez nuestra oposición no haya tenido fuerza u organización suficiente para tanto.

Hoy, quería era estar divirtiéndome con mi hijo, como mis padres hicieron conmigo en 1982. Pero no estoy logrando separar el fútbol de todo eso que está pasando. Una lástima.

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